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Como muchos otros platos, el invento de la fideuá es atribuido a un “accidente”, o en este caso, más bien a un malintencionado acto que dio lugar a la genialidad, una historia protagonizada por dos marineros valencianos sobre el año 1930. El cocinero del barco Gabriel Rodríguez Pastor, conocido como “Gabrielo”, sabiendo de la devoción del patrón del barco por el arroz a banda que cocinaba habitualmente, decidió preparar un día la misma receta pero sustituyendo el arroz por fideos, para intentar así que “Zábalo”, el patrón, no acaparara tanta cantidad de comida y ésta llegase al resto de marineros.
Al final, lejos de su propósito, lo que consiguió el cocinero fue popularizar el invento, cuya fama fue extendiéndose por los restaurantes del levante llegando también muy pronto a Ibiza y las Baleares, y convirtiéndose con el paso de los años en un plato imprescindible de la costa mediterránea, y de cualquier restaurante marinero que se precie, llegando a rivalizar con la popular paella.